Las jornadas medievales de Ávila llevan celebrándose durante
los últimos 15 años, y son ya un hito dentro de la ciudad. Todo el mundo participa, se viste de época, la ciudad
se decora, las murallas se adornan con las enseñas, y durante tres días Ávila
vuelve a su pasado medieval.
Si hablas con los abulenses, se mostrarán orgullosos de su
muralla y sus jornadas medievales. Es su pasado, y lo sienten como tal.
Evidentemente, esos tres días atraen a mucha gente, mucho turismo, actividades
diversas, y eso ayuda a generar riqueza para la ciudad. Es bueno que eso sea
así, porque también se cierra un círculo. El mantenimiento de la muralla cuesta
un dinero a la ciudad, que revierte de nuevo en ella a lo largo de esos tres días. Es una
conjunción perfecta entre Patrimonio Cultural y economía.
Por otro lado, esas jornadas no son un simple “mercadillo
medieval”, sino que se definen como un “mercado de las tres culturas”,
colaborando a la integración social de la ciudad, y a fomentar una apertura
cultural. Al igual que en época medieval, de la que abundan resto por toda la
ciudad, en estos tres días, cada cultura
tiene su espacio. La cultura islámica y
judía comparten espacio con la cristiana, y podemos pasear por la calle de los
artesanos, donde se recuperan oficios antiguos, o degustar un té al estilo
árabe, con unos dulces, bajo una jaima, un poco más allá
Las comunidades locales reclaman el uso de su patrimonio. Es
una de las premisas de la Arqueología Pública. Y así es. Ávila es un ejemplo de
ello.
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